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Cabeza del Buey - Época Romana
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Época Romana en Cabeza del Buey

Cuando Augusto hizo la división civil, Turobriga paso a pertenecer al convento jurídico hispalense que, según Plinio, comprendía desde Cantillana a Regina (Llerena), y desde allí, abrazando a Lastigi (Benquerencia) tocaba en el Ana (Guadiana), comprendiendo por tanto toda la Beturia céltica. Turobriga encontrábase próxima al XXVIII itinerario de Antonio (de Mérida a Denia), en su tramo de Contosolia a Capilla, el cual es hoy lo que conocemos por el Cordel de Almadén, a unos 14,5 Km. Turobriga se unía a dicho itinerario, por medio del antiguo camino de Toledo a Sevilla (Hoy Cordel de Almorchón o de Taberneros), por esta zona, o sea Toledo-Talavera-Sevilla, cruzándole en el sitio “Dehesa del Naranjo” en plena Serena. Pero la vía de comunicación más cercana y que también cruzaba al dicho camino Toledo-Sevilla era una calzada a la altura de Castuera, se unían al itinerario de Antonio (Mérida-Zaragoza), por Almadén en Capilla (Mirobriga); es lo que conocemos hoy como camino de Castuera a Cabeza del Buey por el Santuario de Belén. 

Turobriga debió de ser pueblo de escasa importancia, y desde luego no alcanzó la categoría de municipio romano ni de ningún otro privilegio que le distinguiera, siendo por tanto una de las localidades que había de pechar con los enormes tributos que imponía Roma. No así la vecina Capilla, hoy pequeña villa, antaño magnífica Mirobriga que, en tiempo de los césares fue municipio romano. 

En ella residía una centuria romana para vigilar y dar escolta a las caravanas que circulaban por el Carril de la Plata en su trayecto por Almadén (Sisapo), y la ruta de Antonio procedente de Emérita Augusta. En medio de Turobriga y Mirobriga existía otra calzada secundaria que unía Larios (Lares) con el valle de los Pedroches, en dirección N-S más o menos por donde en la actualidad discurre el camino del Vado de Córdoba, o sea, la carretera BA-400 y después la C-420. En el cruce de esta vía de comunicación, denominada calzada de Alleris, con la ya descrita más arriba (ramal procedente de Castuera) existió, para el control de estos entronques de caminos, la legendaria Venta del Buey, donde moraba de continuo un destacamento de la centuria romana de Mirobriga. De este cruce de caminos también salía otro, además de los ya enumerados, el conocido como Camino de la Plata o de Alcudia. 

Éste, como su nombre sugiere, iba a buscar el Carril de la Plata (Almadén-Córdoba) aproximadamente a la altura de donde hoy se encuentra la estación de ferrocarril de Belalcázar para después proseguir hasta Alcudia. Este nudo de comunicaciones, cruce de la Calzada de Alleris y la otra secundaria procedente de Lastigi y Turobriga, está señalado con un “miliarium”, (según descubrimientos posteriores, se trata de una lapida romana),actualmente ilegible que se encuentra formando parte del muro y haciendo esquina de la casa de don José Valverde, en el cruce de las calles Real Armentera y López Tienda de esta villa de Cabeza del Buey. Y, como a unos 50 m de distancia, estaba ubicada la mencionada Venta del Buey, en el actual emplazamiento de la manzana formada por las calles López Tienda, Gral. Solans y coronel Baturones, puesto que es triangular. 

El susodicho destacamento de soldados romanos además de la vigilancia del importante nudo de comunicaciones, tenía a su cargo la recaudación de los impuestos. 

De la época romana, lo más importante a destacar es la construcción del balneario Las Huertas de la Nava. Cuando las excavaciones se completen, podremos hacernos una idea más exacta; hasta ahora sólo nos anticipan que debieron ser muy importantes, tanto por su tamaño, como por la gran cantidad de mármoles recogidos, y capiteles, dos de ellos recogidos a principios del siglo XVI para vaciarlos, a fin de que sirvieran de pilas del agua bendita en la Iglesia parroquial y en el Convento de Concepcionistas. Las monedas descubiertas indican ser de finales del siglo II y siglo III; la extensión de las termas debió ser enorme, y se sostiene la teoría de que sirvieran para baños, juegos deportivos y como centro de recreo. No podemos afirmar si durante la dominación visigoda, estas termas siguieron funcionando; parece ser que sí, dada su proximidad al fundo visigótico de Artobas. Pero una de las hipótesis que se barajan es que los mármoles, y sobre todo las numerosas columnas de su edificación, pasaran en la época árabe a formar parte de la Mezquita de Córdoba, al igual que ocurrió con otros edificios romanos. Muy cerca de este lugar, a menos de un kilómetro, se conserva un trozo de calzada romana, intacta, muy próxima al Puerto de la Nava, en el camino que comunicara estas instalaciones o quizá poblado con la Venta del Buey. 

Otro hecho importante, pendiente de comprobación en lo que respecta a esta zona, tiene lugar en el siglo III de nuestra era, en tiempos del obispo de Osio, de Córdoba: la introducción en España del Culto a la Virgen de Belén por unos frailes procedentes de tierra Santa, denominados Ermitaños de la Virgen de Belén. No podemos afirmar si se trataba de ermitaños de la Virgen de Belén, ni tampoco si se establecieron por primera vez en el lugar que hoy ocupa el Santuario de Ntra. Señora de Belén. Existe la leyenda, transmitida de generación en generación, de que la patrona de esta villa fue traída de Jerusalén (la talla de la primitiva Virgen fue hecha en madera de un olivo del Huerto de Getsemani) o, por el contrario estos frailes se instalaron en las ermitas de Córdoba, patria chica del obispo Osio, y desde allí se extendiera su culto por toda la península. 

Ntra. Señora de Belén se venera principalmente en puntos de la mitad sur de la península. Nos da pie a sostener la primera de las hipótesis el hecho de haberse descubierto en las proximidades del santuario de Belén varias tumbas de esta época romana, restos de regulas y otros vestigios que acreditan la existencia de un asentamiento romano en esta fecha; el Santuario se encuentra a menos de 1 Km. de distancia del emplazamiento de lo que fuera la Turobriga romana, por lo que no es extraño que existiese un centro de culto tan cercano a la población. 

La coincidencia de las fechas, de la espléndida construcción de los baños de la Nava, la posibilidad de haber constituido un centro de culto druida en época celta; todo ello hace suponer que en este lugar implantaron los frailes ermitaños de la Virgen de Belén el culto a Ntra. Señora de Belén por primera vez en la península. Y que cuando los templarios llegaron ya había vestigios de anteriores instalaciones religiosas. 

Datos extraidos del libro "Historia de Cabeza del Buey"